La vez que me di cuenta por qué a los abogados nos asusta la IA (y cómo un glosario lo cambió todo)
Una reflexión sobre la barrera conceptual que enfrentan los abogados con la IA y cómo un glosario basado en analogías legales puede ser útil para el aprendizaje.
Estaba dando el curso de Inteligencia Artificial para abogados en EAFIT y, la verdad, todo iba bien. Pero había algo que no terminaba de cuajar. Uno siente cuando la gente está siguiendo la idea, pero no la está agarrando del todo. Y fue en una de esas clases que una de las abogadas, Andrea, levantó la mano y sugirió hacer un glosario de términos. Y ahí me cayó la ficha.
Me di cuenta de que uno de los problemas más grandes que tenemos los abogados con la tecnología es que nos intimida. Y sí, eso le pasa a todo el mundo, pero con el tiempo uno se va volviendo un poco neoludita. Más que nada porque dejas de entender cómo funcionan las cosas y, claro, no usas las nuevas tecnologías por miedo, por desconocimiento... por un montón de razones.
Es curioso. Uno ve a colegas que son brillantes en lo suyo, pero están medio perdidos en interfaces que un niño de 10 años entiende al toque. Y no es por falta de capacidad, para nada. El tema es que los abogados, en general y sin querer generalizar, no entendemos la tecnología como concepto. Sobre todo la digital.
Entonces, cuando Andrea me dio la idea, entendí que esa era la primera barrera. Una barrera casi epistemológica. ¿Cómo vas a entender el potencial de una herramienta si no tienes las palabras para pensar en ella? La mayoría no sabe qué es un LLM, no entiende qué es un embedding, o la diferencia clave de que estos modelos no "piensan", sino que son máquinas extraordinarias de predicción de patrones.
Sin esas palabras, que en sí mismas contienen definiciones y mundos enteros, el cerebro no tiene dónde anclar las ideas nuevas. No puede hacer la sinapsis. Y por eso es tan difícil enseñar esto. Se vuelve un ejercicio casi mayéutico, de sentarse a parir conceptos, de encontrar las preguntas correctas para darle nombre a las cosas y que puedan, por fin, significar algo.
Ahí fue cuando decidí meterle la ficha y sacar el glosario. La idea era demasiado buena para improvisarla entre clases. Así que, una vez terminó el curso, me tomé unos seis días para hacerlo bien. Quería que fuera no solo una herramienta para ellos, sino algo útil para cualquiera que lo pueda consultar, un documento vivo donde otros pudieran proponer ideas y palabras nuevas. El reto era hacerlo sin ser condescendiente, sin caer en el ejemplo para un niño de siete años. El truco estaba en relacionar esos conceptos con otros que los abogados ya manejamos todos los días. Usar el gran poder del cerebro humano: la analogía.
Y el resultado fue algo así:
- Para explicar una Alucinación, la analogía fue el "falso recuerdo" de un testigo. No miente, pero su cerebro rellena un vacío con algo que parece real. La convicción no garantiza la veracidad.
- Para una API, lo comparé con el procedimiento de radicar un memorial. No necesitas saber cómo funciona el juzgado por dentro, pero sí tienes que usar el formato y el canal correcto para que te den una respuesta.
- Para el Ajuste Fino (Fine-Tuning), usé la imagen de un abogado recién graduado que entra a una firma especializada. Su conocimiento general (el pre-entrenamiento) se "ajusta" con los casos y documentos de ese nicho hasta que se vuelve un experto.
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Ver Glosario CompletoAl final, lo que me queda de esta experiencia es que, en este caso pero en realidad en todo, tienes que saber cómo se llaman las cosas para poder aprender. Es el mínimo punto de partida.
Y este glosario es, antes que nada, mi forma de cumplir el compromiso que tenía con mis colegas abogados, a quienes agradezco un montón que hayan estado conmigo varios martes y jueves, desde las 6 de la tarde hasta las 9 de la noche, y a veces hasta más. Esta historia, a su vez, es la excusa perfecta para reinaugurar este blog que he tenido pendiente por casi cinco años.
Así que, si a alguien le sirve, bienvenido.